La línea de costa tiene 13 km y se puede dividir en varios sectores. Desde la frontera sur con Elche hasta el casco urbano encontramos una fina franja de arena, que es la que separa las salinas del mar; en esta zona se encuentran las playas de El Pinet y La Gola.
Las playas urbanas son la del Tamarit, Lisa y Gran Playa al oeste del puerto; y al este la de Levante, las calas de Santiago Bernabéu, (una sucesión de pequeñas playas separadas artificialmente mediante espigones) y la del Varadero, que se encuentra junto a los astilleros. Desde ahí en adelante, toda la costa del cabo es estrecha y accidentada, con pequeñas calas que se encuentran bajo el acantilado.
El cabo en sí es vértice geodésico de primer orden y se conoce también como cabo de l’Aljub. Tiene sobre él un faro de tercer orden instalado desde 1.858 sobre la antigua torre de la Atalayola. Frente al cabo, a menos de 3 millas náuticas (5,56 km), se encuentra la Isla de Tabarca, también llamada Isla Plana o de Santa Pola, que pertenece al municipio de Alicante.
El relieve presenta tres zonas totalmente distintas: la del NE está ocupada por la sierra de Santa Pola, una especie de promontorio tabular compuesto por margas azuladas y molasas amarillentas que alcanza una altitud máxima de 143 m en el lugar donde está el faro. La zona del NO, tierra adentro de la citada sierra, se corresponde con un llano de tipo cuaternario donde se ha desarrollado la única zona agrícola del término municipal, mientras que toda la mitad meridional viene a coincidir con la zona pantanosa de la Albufera de Elche, separada del mar por una flecha de arenas con dunas. En esta zona marismeña se venía extrayendo sal desde tiempo inmemorial, pero las grandes explotaciones que hoy dominan su paisaje empezaron a gestarse a finales del siglo XIX (700 hectáreas en el Braç del Port) y se ampliaron a comienzos del siglo XX.
La economía tradicional de Santa Pola ha estado basada tradicionalmente en la agricultura, la artesanía y principalmente la pesca. En 2.003 apenas el 1,3% de la población activa se dedicaba a la agricultura, que sólo alcanza cierta rentabilidad si está ayudada por el riego artificial, como así sucede con las casi 200 hectáreas que hay plantadas de naranjos (102), mandarinos (74) y granados (18), a las que acompañan otras 230 dedicadas a hortalizas, donde se cosechan melones, escarolas, alcachofas y, desde hace algunos años, brócoli.
La pesca, por su parte, ocupaba al 8,13% y, aunque con cierto peso, ya no reviste la gran importancia que tuvo hasta la década de 1.980, cuando era la sede de la mayor flota pesquera valenciana y sus barcos (con casi 1.700 marineros) se dedicaban a la pesca de altura en el mar de Alborán y en las islas Canarias.7 Actualmente en Santa Pola sólo quedan barcos pequeños que faenan entre las costas española y argelina y el volumen de pesca desembarcada ha caído de las 6.000 ó 7.000 toneladas de la década de 1.970 a las 4.151 de 2.001 y a sólo 2.753 en 2.003. Las mayores capturas son de pescadilla, salmonete, crustáceos y moluscos, que son comercializados en la misma lonja y distribuidos por toda la franja litoral desde Alicante hasta Almería.
El mantenimiento de la flota pesquera motivó en su día la formación de astilleros, que actualmente tienen mejor clientela en la navegación deportiva. El resto de la industria local es poco importante a excepción de la extracción de sal y a las derivadas de la construcción y el turismo.7 El resto de la población está dedicada al sector servicios que es, con diferencia, el principal motor económico de la localidad.
El núcleo urbano actual se desarrolló en el siglo XVII con una serie de viviendas dispuestas al norte de la fortaleza y al borde del camino de Elche. Sin embargo, el poblamiento no se desarrolló hasta principios del siglo XIX, cuando aparecen un buen número de calles dispuestas totalmente detrás de la pantalla defensiva de la fortaleza, mientras que esta última quedaba fuera del entramado urbano. La misma iglesia, que en aquella época ejercía una función central en el desarrollo urbanístico ulterior, se dispuso a una distancia prudencial de la fortaleza militar.
Sin embargo, a mediados de siglo el mar había dejado de ser fuente de peligros, y en un plano de 1.63 ya aparece edificada la primera mitad de la calle del Muelle, inicio de la expansión hacia la línea de costa.
Entre la década de 1.860 y la de 1.930 la población creció poco, y lo mismo sucedió con el número de edificaciones, que, no obstante, fueron alineándose a lo largo de ejes ortogonales en dirección al puerto. Fue el impulso turístico de la década de 1.960 el verdadero motor de la expansión urbanística de Santa Pola. Las primeras construcciones afectaron a la playa Lisa y a Santa Pola del Este, con casas de una o dos alturas, pero pronto comenzaron las grandes actuaciones a base de edificios de apartamentos de ocho y diez alturas a los que más tarde se añadirían los adosados en las laderas de la sierra